domingo, 3 de enero de 2010

¿Qué propone Larsson?


La saga Millennium del sueco Steig Larsson no deja indiferente a nadie. De momento, la historia de Mikel Blomkvist y compañía se compone de tres volúmenes que, uno a uno y por separado, te hacen pensar y reflexionar sobre temas de la sociedad actual una vez los acabas de leer. Además, vistos en perspectiva una vez los has leído todos, puedes llegar a pensar que Larsson propone algo con sus escritos, una evolución en el control de la sociedad.


Como queda claro con el personaje de Lisbeth Salander, Steig Larsson ve un filón en eso de saltarse la ley para conseguir el máximo beneficio propio. A veces parece que quiera decirnos: “la moral no importa mientras yo consiga resultados satisfactorios”. Gracias a sus dotes ilegales, Salander consigue llegar mucho más rápido y de forma directa a los objetivos que se marcan los personajes. Si hay una cosa que Steig Larsson deja clara a lo largo de las novelas, es que burlar la seguridad de la ley y la intimidad de las personas repercute en aspectos positivos: saber sus secretos y puntos débiles, vaciar cuentas corrientes millonarias, obtener información privilegiada... si tuviéramos que hacer caso al papel que representa Lisbeth Salander, parece que todo en la vida serían ventajas: tu juegas sucio y nunca te pillan a no ser que seas extremadamente ambicioso.


Por otro lado, el autor también se encarga de desmontar una sociedad sueca idolatrada en la parte sur de Europa. En España mismo, la imagen-referencia que se tiene de Suecia, como la de los países nórdicos en general, es la de una potencia fuerte, bien estructurada y organizada, con recursos y gente eficiente que trabaja y disfruta de la vida al cien por cien. El paisaje que presenta Larsson es muy diferente. Da la sensación que todo el mundo, desde políticos y empresarios, hasta los estratos más bajos de la sociedad (como Lisbeth Salander, que aparentemente no tiene ningún tipo de control sobre nadie y es ella la que depende de un administrador), están metidos en asuntos relacionados con la corrupción o la ilegalidad. Si hay algo que no me ha gustado de estas novelas es precisamente esto: creo que el tema de la corrupción y la ilegalidad es demasiado repetitivo y me parece “falso” que dos personajes como son Mikel Blomkvist y Lisbeth Salander se encuentren siempre con problemas de alcance casi nacional (en el primer libro solucionan el enigma de uno de los empresarios más famosos y conocidos del país, en el segundo Lisbeth acaba siendo buscada por la policía y aparece en todos los medios y, en el tercero, también llegan hasta las altas esferas de la política sueca y a los medios de comunicación). Es decir, da la sensación que los grandes casos tienen que pasar por sus manos para poder resolverse, ya que de lo contrario, la policía se ve incapaz de hacerlo sin su ayuda y sus investigaciones. Por lo tanto, me da la sensación que el tema de los trapicheos está un poco sobreexplotado, como si todo el mundo estuviera envuelto en asuntos turbios y no hubiera nadie “limpio”.


Yo creo que lo que propone Larsson en sus obras es algo así como una nueva política y una nueva policía. En los tres volúmenes su mensaje es claro: “¿ven como profanando la intimidad de la persona correcta en el momento adecuado se acaba descubriendo todo?”. En tiempos donde la seguridad es uno de los bienes más preciados y en que la moral no permite explotar todas las vías posibles, Larsson aboga por hacerlo cuando sea necesario. Está claro que, si la policía hubiera tenido los medios de los que disfrutaba Lisbeth Salander desde un principio, no habrían hecho falta sus investigaciones para resolver las tramas expuestas, ya que cualquier agente bien preparado y con los conocimientos necesarios, podría haber llevado a cabo las mismas sesiones de hackeo. Ésa sería la “nueva policía” y, para autorizarla, antes debería haber un nuevo tipo de política que lo permitiera. El problema puede surgir cuando los políticos planteen esta situación. Sinceramente, no creo que la gente en general, por mucho miedo y ansias de seguridad que pueda tener, permita que su intimidad sea analizada con lupa por un haker. Las cosas aun tienen que cambiar mucho más...

Jaume Cifre.

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